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El Pastor, la Oveja Perdida y el Lobo

La oveja y el pastor

Los alejados de la Iglesia, ¿son Católicos?  ¿Qué responsabilidad tenemos para con ellos?

Cuando uno deja la Iglesia, es fácil decir: “Nunca fue católico” . ¿Por qué, entonces se le administraban los sacramentos? Basta de pretextos y superficialidades. Antes de que los atrapen los lobos, ¿por qué no nos movemos nosotros? Es tiempo de ser “apostólicamente más agresivos”.

Un drama

Se sigue bautizando al por mayor, casando por la Iglesia con una preparación casi simbólica, administrando la unción de los enfermos a los que la soliciten…, pero cuando alguien deja la Iglesia y se va con otro grupo religioso se dice: “Nunca fue católico”. Y con eso uno se siente libre de cualquier responsabilidad, como si no hubiera pasado nada. Si esto fuera cierto, ¿por qué, entonces, se sigue bautizando a los hijos de los que no practican la fe?, ¿por qué a estos se les sigue casando por la Iglesia? La pregunta es: “Los alejados, ¿siguen siendo católicos? Hasta qué punto? Si siguen siendo católicos, ¿cuál es nuestra responsabilidad para con ellos? ¿Es suficiente seguir administrándolos los sacramentos, sin antes haberlos acercado a Dios y a la comunidad cristiana?

Pastoral rutinaria

Sin duda, lo que está pasando actualmente dentro de la Iglesia, es muy lamentable, es muy lamentable. Sería como si en alguna sociedad se siguiera dando títulos de estudio a todos, aunque por diferentes motivos no contaran con la preparación adecuada. Todos serían médicos, ingenieros, maestros, sin siquiera saber leer.

Y en los que está pasando actualmente dentro de la Iglesia. A veces se oye decir: “Fulano dejó la Iglesia y se fue con otro grupo religioso. Y pensar que estaba bautizado, confirmado y casado por la Iglesia. ¿Cómo fue posible todo esto?” Claro, recibió estos sacramentos sin tener conciencia de lo que esto implicaba, Sacramentos vacíos. Ritos, válidos de por sí, pero sin eficacia para los que los reciben.

Hay que recordar que los sacramentos no son ritos mágicos, válidos de por sí y con efectos seguros e iguales para todos. Su eficacia depende mucho de la participación de los que los reciben, antes, durante y después de su recepción. Así que la praxis de distribuir sacramentos así nomás, sin el soporte de un verdadero compromiso espiritual, no tiene ninguna base ni bíblica ni teológica; es más bien la expresión clara de un sistema pastoral rutinario sin reflexión ni compromiso serio.

Que se encargue el lobo

Como manifestación clara de este espíritu de superficialidad, que pervade mucho ambientes católicos, tenemos la idea de que “también los demás grupos religiosos están evangelizando”. Como decir: “Visto que son muchas las ovejas perdidas y no tenemos ni medios ni ganas de buscarlas, que el lobo se encargue de ellas”.

¡Qué pastores ejemplares! Dejan para los lobos las ovejas perdidas. Se llevan bien con ellos y saben compartir con ellos el reboño, para que se alimenten y no sufran. Según la Biblia, se trataría más bien de mercenarios, a los cuales “no les interesan las ovejas” (Jn 10,13).

Misiones internas

Si estamos luchando por dar a conocer el Evangelio a los que están fuera de la Iglesia, ¿por qué no tenemos que luchar, antes que nada, para darlo a conocer a los que están dentro de la Iglesia? Pensar que no podemos, no tenemos los medios…, es pecar por falta de fe. Claro que podemos. Si los que dejaron la Iglesia, tienen la capacidad de visitar y anunciar “su” Evangelio a todos los que se quedaron dentro de la Iglesia, ¿por qué nosotros no vamos a trata de evangelizar a nuestros hermanos en la fe?

Cuando hacemos las visitas domiciliarias, muchos, al vernos, se alegran y nos dicen: “¡Que bueno que también ustedes se están preocupando por nosotros! Estamos cansados de recibir visitas solamente de parte de gente, que pertenece a otros grupos religiosos y tratan de arrancarnos la fe”.

Así que, podemos y debemos hacer algo para enfrentar seriamente el problema de los alejados. Tenemos que ser “apostólicamente más agresivos”, pasar al ataque, no quedarnos sentados viendo como tantos hermanos nuestros están siendo arrebatados por el lobo rapaz o se quedan excluidos del banquete, al que están llamados por su bautismo.

Parroquias y diócesis misioneras

Es necesario que cada parroquia y cada diócesis cuente con misioneros propios, que se dediquen a “pescar” (Mc 1,17), acercándose periódicamente a todos los alejados, para conocer su situación y emprender, caso, por caso, un camino de acercamiento a Dios y a la Iglesia.

Es tiempo de despertar. Es tiempo de organizarnos para buscar a la oveja perdida, no conformándonos con esperarla. Es tiempo de ensayar una nueva manera de ser Iglesia: una Iglesia más solidaria en todos los aspectos, no solamente en el aspecto material y cultural. Es necesario que resurja la misión. O nos hundimos. Aire nuevo o muerte por asfixia.

Autor: P. Flaviano Amatulli Valente

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