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San Agustín y la Roca de Mateo 16,18

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Un lector que se encuentra debatiendo el tema del primado de Pedro con un pastor evangélico, me ha enviado una consulta respecto a la posición de San Agustín respecto a su interpretación de Mateo 16,18. En un blog protestante que encontró, por ejemplo, se reproducen algunas citas del obispo de Hipona para dar a entender que como él creía que la piedra sobre la que se edifica la Iglesia es la Fe y no Pedro mismo, eso de alguna manera implica un rechazo a la primacía petrina.

Ya este tema lo traté brevemente en otro post: Mateo 16,18, el Primado de Pedro y los Padres de la Iglesia, ahora voy a complementar lo que allí escribí.

Primero: Es cierto que San Agustín sostuvo en diversas ocasiones que la piedra sobre la que se edifica la Iglesia no era Pedro, sino la fe en que Cristo es el hijo de Dios. Aunque es común ver que los padres de la Iglesia veían ambas interpretaciones como complementarias y no excluyentes entre sí, San Agustín tiene algunos textos donde parece verlas como excluyentes y se inclina o bien por una o por la otra. Un análisis más detallado de esos textos revela además que él ha utilizado ambas interpretaciones de manera intercambiable inclusive de manera contemporánea, lo que dificulta la cuestión.

Entre algunos textos donde la piedra sobre la que se edifica la Iglesia están: Sermón 147,3; 270,6; 295,2; Comentario al salmo 60,3; Tratados sobre el Evangelio de San Lucas 124,5.

Algunos donde se apega a la interpretación tradicional católica de que Pedro es la Piedra: Carta53,2; El bautismo contra los Donatistas VII 43,85; Tratados sobre el Evangelio de San Juan 11,5;Comentarios a los Salmos 103 II s.3.2; 30 II s.2,5; 39,25; 55,15; 63,4.

Aclara el asunto el hecho de que en el pensamiento de San Agustín predomina la idea de que Pedro simboliza a la Iglesia y su unidad a causa del primado que tuvo entre los apóstoles. Pueden verse, entre otros, los siguientes textos: Sermones 75,10; 76; 137,3; 149,7; 244,1; 270,2; 295,1.2.4; Comentarios a los salmos 103 III 2; 108,1; Tratados sobre el Evangelio de San Juan7,14; 50,12; 118,4; 124,5.

Pero lo finalmente relevante es que en su último pronunciamiento a este respecto en sus Retractaciones (I 21,1) el hace mención de estas dos opiniones sin inclinarse por una sobre otra y termina por dejar al lector que elija la que más acertada le parezca.

Aquí dije en algún lugar, «a propósito del apóstol Pedro, que en él como en la piedra está fundada la Iglesia», sentido que muchos cantan con los versos del beatísimo Ambrosio, cuando dice del canto del gallo: «Al cantar el gallo, / él, piedra de la Iglesia, / llora su pecado». Pero recuerdo haber expuesto después muchísimas veces aquello que dijo el Señor: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, de manera que se entendiese sobre ese a quien confesó Pedro cuando dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, como si Pedro, así llamado por esa piedra, representara la persona de la Iglesia, que es edificada sobre esa piedra, y que recibió las llaves del reino de los cielos. Porque no se le dijo: Tú eres la piedra, sino Tú eres Pedro. Puesto que la piedra era Cristo, a quien confesó Simón, así como lo confiesa toda la Iglesia, y fue llamado Pedro. De entre esas dos sentencias, que el lector elija la más probable”.

Agustín de Hipona, Retractaciones, I, 21, 1
Obras completas de San Agustín, Tomo XL, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMXCV, p. 723-724

En segundo lugar: Hay que hacer notar que para entender la posición de San Agustín respecto al primado de Pedro no hay que limitarse solo a los textos donde comenta Mateo 16,18, sino a todos en su conjunto donde habla claramente de su principado entre los apóstoles, idea que se repite en El bautismo contra los Donatistas II 1,2, y Contra Juliano I 4,13. Para él, la misma sede de Pedro, Roma, es garantía de la apostolicidad y verdad de la Iglesia de Cristo (Contra la carta fundamental de los Maniqueos 4,5; Carta 53,2; 43,3,7). También reconoce que su autoridad es definitiva (Sermón 131,10). Una obra donde se trata el tema extensamente es Agostino. Trapé, La Sedes Petri in S. Agostino, en Miscellanea A. Piolanti II, Lateranum, Nova Series, an. XXX (Roma 1964).

Por tanto separarse de la Sede de Pedro es para él, separase de la Iglesia, y por eso afirma que los donatistas (cismáticos de la época) no tienen cátedra, por haberse separado de la de Pedro, “in qua una cathedra unitas ab om nibus servaretur”; ni poseen al “Ángel” del bautismo, unido también a otras cátedras auténticas; ni tienen al Espíritu Santo, que es espíritu de caridad; ni la fuente de agua viva, ni el sello de la santificación (Sancti Optati Afri Milevitani episcopi de schísmate donatistarum libri septem. I. III, cc. 6-8. Ed. Hurter : Sanctorum Patrum opuscula selecta, X Oeniponti, 1870). La posición de San Agustín a este respecto no era única sino compartida por la cristiandad, ya que siempre se consideró la ruptura con la iglesia local unida a la de Roma como una ruptura con la Iglesia universal, como lo sancionan los Concilios de Elvira (año 306, can.53), Arles (año 314, can.16), Nicea (año 325, can.5), Antioquía (año 341, can.5-6), Sárdica (año 343, can.13) (Mansi, 2,14; 2,473; 2,669-670; 2,1309-1312; 3,16-17).

Por último: Para complementar algunas citas de San Agustín cuando comenta Mateo 16,18 o se refiere al Primado de pedro:

“Eran muchos los apóstoles y sólo a uno se dice: Apacienta mis ovejas. ¡Lejos de nosotros decir que faltan ahora buenos pastores; lejos de nosotros el que falten, lejos de su misericordia el que no nos los produzca y establezca! En efecto, si hay buenas ovejas, hay también buenos pastores, pues de las buenas ovejas salen buenos pastores. Pero todos los buenos pastores están en uno, son una sola cosa. Apacientan ellos, es Cristo quien apacienta. Los amigos del esposo no dicen que es su voz propia, sino que gozan de la voz del esposo. Por lo tanto, es él mismo quien apacienta cuando ellos apacientan. Dice: Soy yo quien apaciento; pues en ellos se halla la voz de él, en ellos su caridad. Al mismo Pedro a quien confiaba sus ovejas, como si fuera su «alter ego», quería hacerle una cosa sola consigo, para de este modo confiarle las ovejas. Porque así él sería la cabeza y mantendría la figura del cuerpo, es decir, de la Iglesia

San Agustín, Sermón 46,30
Obras completas de San Agustín, Tomo VII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXI, p. 647

“Si vamos a considerar el orden de los obispos que se van sucediendo, más cierta y consideradamente empezaremos a contar desde Pedro, figura de toda la Iglesia, a quien dijo el Señor: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no la vencerán. A Pedro sucedieron Lino, Clemente, Anacleto, Evaristo, Sixto, Telesforo, Higinio, Aniceto, Pío, Sotero, Alejandro, Víctor, Ceferino, Calixto, Urbano, Pontiano, Antero, Fabián, Cornelio, Lucio, Esteban, Sixto, Dionisio, Félix, Eutiquiano, Cayo, Marcelo, Eusebio, Melquíades, Silvestre, Marco, Julio, Liberio, Dámaso, Siricio, Anastasio”
San Agustín, Carta 53, A Generoso, 1,2-2
Obras completas de San Agustín, Tomo VIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXVI, p. 330-331

“Pedro, príncipe de los apóstoles
San Agustín, Carta 75, Jerónimo a Agustín, 3,6
Obras completas de San Agustín, Tomo VIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXVI, p. 455

La misma confesión, hecha mucho más tarde por Pedro, mereció que le llamara bienaventurado y le diera las llaves del reino de los cielos
San Agustín, Sobre diversas cuestiones a Simpliciano, I,2,14
Obras completas de San Agustín, Tomo IX, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLII, p. 101

Pedro apóstol es tipo de la única Iglesia. Este Pedro, primero en el coro de los Apóstoles, siempre pronto en el amor de Cristo, con frecuencia responde él solo en nombre de todos. En fin, cuando el Señor Jesucristo preguntó quién decía la gente que él era, y los discípulos recogieron varias opiniones de los hombres, el Señor volvió a preguntar diciendo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Uno dio la respuesta por muchos, la unidad en la muchedumbre. Entonces le dijo el Señor: Bienaventurado eres, Simón Bar-lona, porque no te lo reveló la carne y la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Luego añadió: Y yo te digo, como si dijera: ya que tú me has dicho: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, también yo te digo: Tú eres Pedro. Porque antes se llamaba Simón; ese nombre, por el que le llamamos Pedro, le fue impuesto por el Señor, y eso para que en figura significase la Iglesia. Si Cristo es la piedra, Pedro es el pueblo cristiano. Piedra es el nombre principal; por eso Pedro viene de piedra, no piedra de Pedro, como Cristo no viene de cristiano, sino que el cristiano es llamado así por razón de Cristo. Por eso dijo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra, que tú has confesado, sobre esta piedra, que has conocido, al decir: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia, esto es, sobre mí, el mismo Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Sobre mí te edificaré a ti, no me edificaré a mí sobre ti. No queriendo los hombres edificar sobre hombres, decían: Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, esto es, Pedro. Y otros, que no querían ser edificados sobre Pedro, sino sobre la piedra, decían: Yo soy de Cristo. Cuando el apóstol Pablo vio que él era elegido y Cristo postergado, dijo: ¿Acaso fe ha dividido Cristo? ¿Acaso ha sido Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? Si no lo fuisteis en el nombre de Pablo, tampoco en el de Pedro, sino en el de Cristo; para que Pedro fuese edificado sobre la piedra, no la piedra sobre Pedro. Pedro fue llamado así por la piedra, representando el papel de la Iglesia, manteniendo el primado del apostolado
San Agustín, Sermón,76, Pedro Camina sobre las aguas, 1-3
Obras completas de San Agustín, Tomo X, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p. 392-393

En un solo apóstol, en Pedro, primero y principal en el orden de los Apóstoles y que representaba a la Iglesia, había que significar los dos grupos, esto es, los fuertes y los débiles; porque sin ambos no hay Iglesia”
San Agustín, Sermón,76, Pedro Camina sobre las aguas, 4
Obras completas de San Agustín, Tomo X, Biblioteca de Autores Cristianos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p. 395

No sin causa hace Pedro las veces de la Iglesia católica entre todos los apóstoles. A esta Iglesia se le dieron las llaves del reino de los cielos cuando se le dieron a Pedro.”
San Agustín, El combate cristiano, c.30
Obras completas de San Agustín, Tomo XII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLIV, p. 521

“Y lo lleva a Jesús. Jesús fija en él su mirada y le dice:, Tú eres Simón, hijo de Juan, y tú te llamarás Cefas, que significa Pedro. No es gran cosa que el Señor diga de quién es hijo éste. ¿Qué es grande para el Señor? Sabía los nombres de todos los santos que predestinó antes de la existencia del mundo, ¿y te causa extrañeza que le diga a un hombre: Tú eres hijo de tal y tú llevarás tal nombre? ¿Es gran cosa cambiarle el nombre y de Simón hacer Pedro? Pedro viene de piedra, y la piedra es la Iglesia. El nombre de Pedro es, pues, figura de la Iglesia. ¿Quién es el que está seguro sino el que construye sobre piedra?”
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 7,14
Obras completas de San Agustín, Tomo XIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLV, p. 235

“Pues, si antes hubiera llevado el nombre de Pedro, no hubiera comprendido vuestra caridad el misterio de la piedra y creyera que por casualidad se llamaba así, no por providencia de Dios. Quiso, pues, que llevara antes un nombre diferente con el fin de que, por la sustitución misma del nombre, resultara más la significación del sacramento.”
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 7,14
Obras completas de San Agustín, Tomo XIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLV, p. 237

“Cuando, pues, hubo dicho a sus discípulos: ¿Queréis tal vez iros también vosotros?, respondió Pedro, la piedra aquella, en nombre de todos: ¡Señor!, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 11,5
Obras completas de San Agustín, Tomo XIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLV, p. 319

Pedro contesta, en nombre de todos, uno por muchos, la unidad por la universalidad.”
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 27,9
Obras completas de San Agustín, Tomo XIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLV, p. 687

“Pues, si en Pedro no estuviese representada la Iglesia, no le hubiera dicho el Señor: A ti te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que atares en la tierra será atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra será desatado en el cielo. Si esto fue dicho sólo a Pedro, no puede hacerlo la Iglesia. Pero, si esto se hace en la Iglesia, de modo que lo que en la tierra es atado, sea atado en el cielo, y lo que se desata en la tierra, sea desatado en el cielo; porque, cuando la Iglesia excomulga, en el cielo queda atado el excomulgado, y cuando la Iglesia lo reconcilia, el cielo desata al reconciliado; si, pues, esto se hace en la Iglesia, es porque Pedro, cuando recibió las llaves, representaba a la Iglesia… Si eres bueno, si perteneces al cuerpo significado por Pedro, tienes a Cristo en el tiempo presente y en el futuro”
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 50,12
Obras completas de San Agustín, Tomo XIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXV, p. 205

“Porque ¿Quién no sabe que el beatísimo Pedro era el primero de los apóstoles?”
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 56,1
Obras completas de San Agustín, Tomo XIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXV, p. 255-256

“Y así, el primero de ellos, Pedro
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 96,1
Obras completas de San Agustín, Tomo XIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXV, p. 434

“De esta Iglesia, por la primacía de su apostolado, llevaba Pedro la representación en toda su universalidad. En cuanto a sus propiedades personales, por la naturaleza era un hombre, por la gracia un cristiano, por una gracia mayor un apóstol, y el primero de ellos; mas cuando le fue dicho: A ti te daré las llaves del reino de los cielos; lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo, representaba a toda la Iglesia, que en esta vida mortal es sacudida por diversas tentaciones, como lluvias, ríos y tempestades, pero no cae, porque está fundamentada sobre una piedra firme, de donde le viene el nombre de Pedro. Pues no se deriva la piedra de Pedro, sino Pedro de la piedra, como Cristo no viene de cristiano, sino cristiano de Cristo. Por eso dice el Señor: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; porque Pedro había dicho: Tú eres Cristo, Hijo de Dios vivo. Sobre esta piedra que él confesó, edificaré mi Iglesia. La piedra era Cristo, y sobre ese fundamento estaba edificado también Pedro. Nadie puede poner otro fundamento distinto del que está puesto, que es Cristo Jesús. Y así la Iglesia, fundamentada en Cristo, recibió de El, en la persona de Pedro, las llaves del reino de los cielos, esto es, el poder de atar y desatar los pecados. Lo que propiamente es la Iglesia en Cristo, eso es figurativamente Pedro en la piedra; y en esta figura, Cristo es la piedra, y Pedro es la Iglesia
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 124,5
Obras completas de San Agustín, Tomo XIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXV, p. 635-636

Pedro, el primero de los apóstoles, recibió las llaves del reino de los cielos para atar y desatar los pecados a todos los justos pertenecientes inseparablemente al cuerpo de Cristo, para sostener el gobernalle de esta vida tempestuosa.”
San Agustín, Sobre el evangelio de San Juan, 124,7
Obras completas de San Agustín, Tomo XIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXV, p. 640

“Ved cómo recompensó la confesión verdadera, piadosa y llena de fe: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Por el contrario, poco después, cuando comenzó el Señor a hablar de su pasión, Pedro, temiendo que pereciese muriendo, siendo así que hubiésemos perecido nosotros si El no hubiese muerto, dice: No pienses tal cosa, ¡oh Señor!; no acontecerá esto. Pero el Señor contestó al que poco antes había dicho: Bienaventurado eres (Pedro); y: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; Vete atrás, Satanás; eres mi tropiezo. ¿Luego por qué llama ahora Satanás al que poco antes le llamó bienaventurado y piedra? Porque no sientes mis cosas, sino las del hombre. Poco antes sentía las cosas de Dios (pues se le dijo): Porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre, que está en los cielos.”
San Agustín, Enarraciones sobre los Salmos 55,15
Obras completas de San Agustín, Tomo XX, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXV, p. 384

“Hablando el Salvador sobre su pasión, por la que fuimos salvados, y, si no la hubiera padecido, no lo hubiéramos sido, Pedro, que poco antes confesó que Cristo era Hijo de Dios, y que en aquella confesión fue llamado Piedra, sobre la que se edificaría la Iglesia, dice al Señor, que habló poco después de esta confesión sobre su pasión: No hay tal cosa, Señor; séate Dios propicio; no sucederá esto. Poco antes le dice el Señor: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre, que está en los cielos; y ahora incontinenti le dice: Vete detrás de mí, Satanás. ¿Qué significa vete detrás de mí, Satanás? Sígueme.”
San Agustín, Enarraciones sobre los Salmos, 55,15
Obras completas de San Agustín, Tomo XX, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXV, p. 807

“Pues así como se dicen muchas cosas que parecen referirse propiamente al apóstol San Pedro, y, sin embargo, no se entenderían perfectísimamente si no se refiriesen a la Iglesia, a la cual se reconoce que representa figuradamente él por la primacía que tuvo sobre los discípulos, conforme se dice: A ti te daré las llaves del reino de los cielos”
San Agustín, Enarraciones sobre los Salmos, 108,1
Obras completas de San Agustín, Tomo XXI, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXVI, p. 108

El apóstol San Pedro personificó a la Iglesia
San Agustín, Enarraciones sobre los Salmos, 108,18
Obras completas de San Agustín, Tomo XXI, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXVI, p. 912

“No fue quitada en absoluto la palabra de la verdad de la boca de Pedro, que representaba a la Iglesia; porque si, turbado por el temor, negó de momento, sin embargo, se restableció llorando; y, confesando, fue después coronado.”
San Agustín, Enarraciones sobre los Salmos, 118, XIII, 3
Obras completas de San Agustín, Tomo XXII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXVII, p. 83-84

“En efecto, a Pedro, único sobre quien organiza la Iglesia [Dicit enim Petro, in quo uno format Ecclesiam], le dice: Pedro, ¿me amas? El respondió: «Señor, te amo.» Apacienta mis ovejas.” San Agustín, Sermón,137,3 Obras completas de San Agustín, Tomo XXIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p.232

En la única persona de Pedro simbolizá base la unidad de todos los pastores; entiéndase de los buenos, que apacientan las ovejas de Cristo, no para sí, sino para Cristo.”
San Agustín, Sermón,147,2
Obras completas de San Agustín, Tomo XXIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p.333

En muchos lugares de las Escrituras aparece Pedro simbolizando a la Iglesia, sobre todo donde se dice: Te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que atares en la tierra, quedará atado también en el cielo, y todo lo que desatares en la tierra quedará desatado también en el cielo. ¿Acaso recibió Pedro estas llaves y no las recibió Pablo? ¿Las recibió Pedro y no las recibió Juan, Santiago y los restantes apóstoles? ¿O no son estas las llaves por las que en la Iglesia se perdonan a diario los pecados? Puesto que Pedro significaba a la Iglesia, lo que se le concedió a él solamente, se le concedió a la Iglesia. Por ende, Pedro significaba a la Iglesia, Iglesia que es el Cuerpo de Cristo”
San Agustín, Sermón,149,7
Obras completas de San Agustín, Tomo XXIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p.350-351

“Poco después, el Señor, en aquel mismo lugar, después de esas palabras con las que aprobaba la fe de Pedro y mostraba que esa fe era la roca
San Agustín, Sermón,183,14
Obras completas de San Agustín, Tomo XXIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p.824

“Pues ¿¿Qué era Pedro sino una figura de la Iglesia? Así, pues, cuando el Señor interrogaba a Pedro, nos interrogaba a nosotros, interrogaba a la Iglesia. Para que advirtáis que Pedro era figura de la Iglesia, recordad aquel lugar del evangelio: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no la vencerán; te daré las llaves del reino de los cielos. Es un hombre solo quien las recibe. Qué son las llaves del reino de los cielos, lo indicó él mismo: Lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo también, y lo que desatéis en la tierra quedará desatado también en el cielo. Si esto se dijo a un único Pedro, sólo Pedro lo realizó; una vez muerto o partido él, ¿Quién ata, quién desata? Me atrevo a decir que estas llaves las tenemos también nosotros.”
San Agustín, Sermón,229 N, 2
Obras completas de San Agustín, Tomo XXIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p.363

“Recordad que, cuando el mismo Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?, le respondieron con las distintas opiniones: Unos afirman, dijeron, que eres Elias, otros que Juan Bautista, otros que Jeremías o uno de los profetas. Estas eran las palabras de los extraños, no las de los discípulos. He aquí que los discípulos han de responder a la misma pregunta. Ahora, ¿Quién decís vosotros que soy yo? Me habéis presentado las opiniones de los otros; quiero escuchar lo que creéis vosotros. Entonces dice Pedro, uno por todos, puesto que es la unidad entre todos: Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo. No ya uno cualquiera de los profetas, sino el Hijo de Dios vivo, el cumplimiento de los profetas y el creador de los ángeles: Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo. Pedro escuchó lo que para él fue un honor oír de aquella voz: Dichoso eres, Simón, hijo de Juan, porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no la vencerán. Te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que atares en la tierra quedará atado también en el cielo, y todo lo que desatares en la tierra quedará desatado también en el cielo. La fe, no el hombre, mereció escuchar estas palabras.”
San Agustín, Sermón,232,3
Obras completas de San Agustín, Tomo XXIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p. 400-401

“Ya Pedro le había dicho: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, y había escuchado de su boca: Dichoso eres, Simón, hijo de Juan, porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no la vencerán. Esa fe se esfumó una vez crucificado Cristo. Pedro creyó en él como Hijo de Dios solamente hasta verlo colgado del madero, sujetado con clavos, muerto y sepultado. Entonces perdió la fe que poseía. ¿Dónde está la piedra? ¿Dónde la solidez de la piedra? La piedra era el mismo Cristo, mientras que él era Pedro, nombre derivado de la piedra. Para eso resucitó la piedra: para afianzar a Pedro; pues, de no vivir la piedra, Pedro hubiese perecido.”
San Agustín, Sermón,244,1
Obras completas de San Agustín, Tomo XXIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p. 493-494

“[Jesús] les pregunta: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y Pedro, él solo en nombre de los demás, uno por todos, dijo: Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo. ¡Estupenda y verísima respuesta! En atención a la misma mereció escuchar: Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Puesto que tú me dijiste, yo te digo; dijiste antes, escucha ahora; proclamaste tu confesión, recibe la bendición. Así, pues, también yo te digo: «Tú eres Pedro»; dado que yo soy la piedra, tú eres Pedro, pues no proviene «piedra» de Pedro, sino Pedro de «piedra», como «cristiano» de Cristo, y no Cristo de «cristiano». Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; no sobre Pedro, que eres tú, sino sobre la piedra que has confesado. Edificaré mi Iglesia: te edificaré a ti, que al responder así te has convertido en figura de la Iglesia
San Agustín, Sermón,270,2
Obras completas de San Agustín, Tomo XXIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIII, p. 751

“Uno es el bienaventurado Pedro, el primero de los apóstoles, amador impetuoso de Cristo, de quien mereció escuchar: Y yo te digo que tú eres Pedro. El le había dicho: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Cristo le replicó: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré la fe que acabas de confesar. Sobre lo que acabas de decir: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Tú eres, pues, Pedro.» Pedro viene de «piedra», no «piedra» de Pedro. Pedro viene de «piedra», como «cristiano» de Cristo.”
San Agustín, Sermón,295,1
Obras completas de San Agustín, Tomo XXV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIV, p. 257

Estas llaves no las recibió un solo hombre, sino la unidad de la Iglesia. Por este motivo se proclama la excelencia de Pedro, porque era figura de la universalidad y unidad de la misma Iglesia cuando se le dijo: Te daré, lo que en realidad se daba a todos. Para que veáis que es la Iglesia la que recibió las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que en otro lugar dice el Señor a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quien perdonéis los pecados les quedarán perdonados, y a quienes se los retengáis les serán retenidos. Esto se refiere al poder de las llaves, del que se dijo: Lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo, y lo que atéis en la tierra será atado en el cielo. Pero lo de antes se dijo sólo a Pedro. Para ver que Pedro personificaba entonces a toda la Iglesia, escucha lo que se le dice a él, y en él a todos los santos fieles…”
San Agustín, Sermón,295,2
Obras completas de San Agustín, Tomo XXV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIV, p. 258

En Pedro, pues, aparece toda la fortaleza de la Iglesia
San Agustín, Sermón,295,3
Obras completas de San Agustín, Tomo XXV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIV, p. 259

“Con razón, pues, el Señor, después de su resurrección, confió al mismo Pedro el cuidado de apacentar sus ovejas. No fue, ciertamente, el único entre los discípulos que mereció apacentar las ovejas del Señor; pero, cuando Cristo habla a uno solo, está encareciendo la unidad; habló primero a Pedro, por ser el primero de los apóstoles.”
San Agustín, Sermón,295,4
Obras completas de San Agustín, Tomo XXV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIV, p. 260

El bienaventurado Pedro, el primero de los apóstoles, amador de Jesucristo el Señor a la vez que negador”
San Agustín, Sermón,296,1
Obras completas de San Agustín, Tomo XXV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXIV, p. 266

“No escuchemos a los que niegan que la Iglesia de Dios pueda perdonar todos los pecados. Esos míseros, por no entender en Pedro la piedra y por negarse a creer que han sido dadas a la Iglesia las llaves del reino de los cielos, las han perdido ellos entre sus manos… Si esos cataros quisieran reconocer su nombre, se llamarían mundanos” San Agustín, El combate cristiano, 31,33 Obras completas de San Agustín, Tomo XXVI, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXV, p. 545

No escuchemos a los que se apartaron de la unidad y prefirieron llamarse luciferianos antes que católicos… Porque en parte alguna deben reinar las entrañas de misericordia tanto como en la Iglesia católica; como auténtica madre, no debe insultar orgullosamente a los hijos pecadores ni oponer dificultades al perdón de los arrepentidos. No sin motivo hace Pedro las veces de la Iglesia católica entre todos los apóstoles. A esta Iglesia se le dieron las llaves del reino de los cielos cuando se le dieron a Pedro…”
San Agustín, El combate cristiano, 30,32
Obras completas de San Agustín, Tomo XXVI, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXV, p. 546

“Y puesto que la piedra es una interpretación de la Iglesia total, hay que hacerla extensiva también a Pedro, que por este motivo recibió del Señor el apelativo de piedra. El picacho de la roca es la cabeza de la Iglesia.”
San Agustín, Anotaciones al libro de Job, 30,32
Obras completas de San Agustín, Tomo XXIX, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMXCII, p. 546

“Aun dejando de lado, repito, esta sabiduría que vosotros no creéis que se halle en la Iglesia católica, hay muchas otras cosas que me sujetan justamente en su seno. Me sujeta el consenso de los pueblos y las naciones; me sujeta su autoridad incoada con milagros, nutrida con la esperanza, acrecentada con el amor y asentada con la antigüedad. Me sujeta la sucesión de sacerdotes desde la misma cátedra del apóstol Pedro a quien el Señor confió, después de su resurrección, el pastoreo de sus ovejas, hasta el episcopado actual. Me sujeta finalmente el mismo nombre de «católica» que no sin motivo sólo esta Iglesia obtuvo entre tantas herejías.”
San Agustín, Réplica a la carta llamada «del Fundamento», 4
Obras completas de San Agustín, Tomo XXX, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXXXVI, p. 389

“¿qué te ha hecho la cátedra de la Iglesia romana, en la cual se sentó Pedro, y en la cual hoy se sienta Anastasio?”
San Agustín, Réplica a las cartas de Petiliano, Libro II, 51,18
Obras completas de San Agustín, Tomo XXXIII, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMXC, p. 180

“Cierto que el cisma se opone a la unidad, pero también se opone a la triple comunión plena de fe, de sacramentos y de amor, cuando se mantiene con soberbia y presunción, porque entonces resiste manifiestamente a la doctrina católica con obstinación, y se hace hereje porque hereje es el que, soberbio y obstinado, rechaza la regla de fe propuesta por la Iglesia católica en unión con Pedro
Epist. 43 (año 397): 1; De baptismo (año 400-401): 4.

Autor: José Miguel Arráiz

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